Decir de la mejor manera lo que se quiere comunicar



A poner los puntos, y los punto y coma…

Leí, por ahí, que la aparición del uso del punto y coma en las imprentas se le atribuye a un impresor italiano llamado Aldo Manuzio (1450-1515) que, al parecer, también instauró el modelo del libro actual y el uso de la letra cursiva.

Se dice que el punto y coma marca una pausa superior a la señalada por la coma e inferior a la del punto; sin embargo, es un signo de puntuación de escaso uso, casi olvidado. Muchas veces es utilizado para dar un cierto ritmo o cadencia a un texto, pero en otras ocasiones es necesario su uso, veamos en qué casos:

1) Para separar proposiciones sintácticamente independientes entre las que existe una estrecha relación semántica:
Debido a las inundaciones, se cerraron los caminos de acceso a la ciudad; las pérdidas son innumerables.

2) Para separar los elementos de enumeraciones que ya incluyen comas:
El coro cantará villancicos en Navidad: las voces femeninas cantarán primero, con los niños; los bajos y los tenores luego, cuando entre la orquesta.

3) Cuando las oraciones tienen cierta longitud, se usa delante de conectores de sentido adversativo, concesivo o consecutivo (sin embargo, no obstante, por tanto, por consiguiente, pero, por ejemplo, en efecto, por último, etc.):
El equipo de Independiente se entrenó intensamente toda la temporada de verano; sin embargo, los resultados de los partidos parecieran no reflejar el esfuerzo.

4) Se utiliza para separar varias aposiciones en una serie. Si uno sólo de los elementos no lleva aposición u otro elemento explicativo, todos los demás deben separarse con punto y coma aunque no estén en igual situación:
Mi abuela, la mamá de mi papá, hizo toda la comida; mis tías, las hermanas de mi mamá, trajeron los dulces; los hombres de la familia cargaron con todas las bebidas.

Un maestro no tan dulce

La locución “maestro siruela” proviene de una antigua expresión proverbial: “como el maestro de Siruela, que no sabe leer y puso escuela”, y nada tiene que ver con el fruto que da el ciruelo.
Esta expresión se utiliza como una crítica burlona hacia una persona ignorante que habla u opina sobre algo que desconoce.
Su origen está vinculado con un pueblo llamado Siruela, ubicado en la provincia extremeña de Badajoz, España; y sus maestros han quedado estigmatizados con este dicho sólo porque Siruela rima con escuela.

Las doce han dado y sereno...

Un vulgarismo, más que barbarismo, de muy amplia difusión es el agregado de la palabra horas al número con que se las indica. Puesto que la 1, las 22, etcétera, son los nombres de aquéllas, no necesitan de otro sustantivo que las identifique. Es costumbre de los franceses, que no se levantan si no los despiertan con una “heures” al final.
Ya que estamos con el reloj en las manos, agreguemos que como preguntamos siempre por una hora y no por varias debemos hacerlo en singular: ¿Qué hora es?, y no ¿qué horas son?, y contestar en singular sólo para la 0 y la 1: Es la cero; el reloj dio la una y media. Las demás se dan en plural: Volvimos a las 21; dieron las 11; sucedió entre las 4 y las 5; son las 8, etcétera.


De: Secretos y sorpresas del idioma, Luis Canossa.

La salud de los libros / Parte 2

¿Cómo diagnosticar la enfermedad de un libro? A continuación el detalle de las afecciones más comunes.

1.Manchas circulares amarillentas o de color pardo: estas manchas aparecen cuando fueron atacados por hongos.
2.Surcos en el papel: estos son producidos por tintas metálicas, los impresos comienzan a decolorarse y producen la corrosión del papel.
3.Enormes perforaciones: son provocadas por colonias de termitas que atacan los libros que tienen tapas de madera o papel hecho con base de pasta de madera.
4.Fragilidad extrema: estado al que llega el papel cuando es atacado por bacterias que producen ácidos que aumentan la fragilidad del papel.
5.Pequeños agujeros o túneles circulares: producidos por anóbidos. Pequeños insectos que devoran la celulosa, se sienten atraídos por los hongos que suele haber en el papel.
6.Perforaciones irregulares, sin residuos, en el borde del papel: el causante de estas “mordeduras” es un insecto llamado lepisma o pececillo de plata. Tiene predilección por el pegamento y la gelatina de papel. Realiza su actividad sólo por las noches.

La salud de los libros / Parte 1

Este tema quizás no tenga nada que ver con la corrección de textos, pero lo cierto es que algunos textos cuando son impresos pasan a ser libros y, aunque parezca extraño, los libros se “enferman” cuando son atacados por bacterias, insectos y microorganismos. Es por eso que hoy nos tomamos el trabajo de detallar una serie de medidas para evitar las amenazas que pueden destruir nuestra biblioteca.

1. Los estantes: el lugar donde ubiquemos nuestros libros debe ser abierto y es conveniente separarlo ligeramente de la pared.
2. ¿Cerca o lejos de las ventanas?: deberíamos evitar que la biblioteca esté ubicada en un lugar de la casa donde llega la luz solar de forma directa.
3. La ventilación: una buena ventilación evitará condensaciones y la proliferación de microorganismos.
4. La temperatura y la humedad: el exceso de temperatura favorece la degradación térmica de la celulosa, el papel se vuelve amarillo y quebradizo; además potencia el desarrollo de bacterias sumamente dañinas para los libros.
La humedad excesiva favorece el desarrollo de plagas de microorganismos e insectos altamente perjudiciales para el papel, y provoca el desvanecimiento de las tintas. Por el contrario, poca humedad produce desecación y mayor fragilidad en el papel.
5. Ojo con las luces: la iluminación óptima se sitúa entre 50 y 200 lux, y es preferible el uso de luces incandescentes que fluorescentes. La iluminación excesiva amarillea el papel, acelera su descomposición química y desvanece los pigmentos.

En la próxima entrega explicaremos cómo diagnosticar las “enfermedades” de los libros.

Hoy por hoy

Esta expresión está bastante extendida, sobre todo en el uso periodístico y coloquial de los porteños. Veamos que opina Lucila Castro (Diario LA NACIÓN) sobre su uso:

“Muchas veces se usa impropiamente, cuando debería decirse hoy, hoy día u hoy en día. En todas estas expresiones, hoy significa actualmente, en este momento, en estos tiempos, en estos días, pero hoy por hoy da a entender además que lo que se dice vale para hoy, pero no se puede asegurar que siga valiendo en el futuro. Por supuesto, si digo que hoy conviene comprar dólares, tampoco aseguro nada de lo que pueda pasar mañana, pero si digo hoy por hoy, hay una especie de advertencia sobre la imposibilidad de asegurarlo, sobre la posibilidad de que mañana las cosas cambien”.

Una mucama que llegó de África

mucama. En contraposición con lo que asevera Augusto Malaret, en su Diccionario de Americanismos, Buenos Aires, 1946, se trata de un término africano derivado del kimbundu mukama, formado por el prefijo de primera clase mu y el radical kama.
Durante la época colonial, en el Brasil ―donde también se utilizaban formas como camba y mucama―, se aplicaba a las jóvenes esclavas que trabajaban en las casas de familia y eran amantes de patrones. La misma acepción posee la dicción en Angola, ex África portuguesa, desde donde llegó la voz al Río de la Plata. En este sentido, acusa profundo interés lo que anota Henry Chatelain en su obra Folk Tales of Angola, Boston, 1894: “Las mucamas eran mujeres esclavas de los negros polígamos”. Por su parte, Xavier Viana recogió de la tradición oral brasileña un cuento en el que se dice: “Los tres animales eran solteros, menos uno, el ratón, que tenía una mucama (amante)”.

De: Ortiz Oderigo, Néstor; Diccionario de Africanismos en el Castellano del Río de la Plata, EDUNTREF, Buenos Aires, 2007.

Algo sobre el objeto directo


El objeto directo (O.D.) es una palabra o una construcción (sintagma nominal) que completa la significación de un verbo transitivo. Cuando se lo pronominaliza toma la forma del clítico lo/s la/s. Sólo se lo encuentra en oraciones expresadas en voz activa, y pasa a ser sujeto si la oración es llevada a voz pasiva.
Por ejemplo:

Juan lee el diario (aquí “el diario” desempeña la función de O.D.)

El diario es leído por Juan (al pasar la oración a pasiva el O.D. pasa a ser sujeto)

En algunos casos el O.D. va encabezado por la preposición “a”, pero en el caso que ilustramos, en el que está construido con la preposición “a” (expresada en la contracción “al”, a + el), su uso es incorrecto.
Los complementos directos no van precedidos de preposiciones salvo en estas cinco excepciones:
1) Con nombres propios de persona o animal (vi a Charly).
2) Con nombres propios que no lleven artículo (El terremoto sacudió a San Juan).
3) Con nombres comunes referidos a personas bien determinadas (busco a mi hijo).
4) Con pronombres personales y otros pronombres referidos a persona, como alguien, nadie, quien, uno, otro, ninguno, cualquiera, etc. (Vi a alguien parecido).
5) Con nombres de cosas personificadas, es decir, usadas con verbos que habitualmente llevan como complemento una persona (en estos casos el uso de la preposición es optativo).

Rodolfo Walsh y sus yambos

“Me llaman Rodolfo Walsh. Cuando chico, ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos aliterados, y eso me gustó”.

De: Textos de y sobre Rodolfo Walsh, Alianza, Buenos Aires, 1965

El yambo es un pie de métrica constituido por una sílaba breve y otra larga. Originariamente, el yambo era uno de los pies de la métrica grecolatina. El ritmo yámbico en la métrica española y en la anglosajona se produce cuando llevan acento las sílabas pares de un verso, es decir, se trata de un pie formado por una sílaba no acentuada seguido de otra acentuada. Se considera que el pie yámbico es más semejante a la cadencia natural del habla.
Se podría definir un yambo así:
da-DUM

Fuente: Wikipedia

El gerundio no tiene la culpa

"Tomando un fernet, manejo por la autopista" puede ser una infracción de tránsito, pero no es una infracción sintáctica. El gerundio tiene reglas de uso que muchos ignoran y por eso muchas veces se usa mal. Los que saben de esos errores, pero no están seguros de cuál es el uso correcto suelen evitar el gerundio y le han colgado el sambenito de poco elegante, que no es más que una excusa para disimular esa inseguridad.
Entre las reglas de uso del gerundio, no hay ninguna que se refiera al orden de palabras. El español da amplias posibilidades de orden, lo cual no quiere decir que dé lo mismo ordenar de una manera que de otra. En general, en una oración enunciativa primero se da el tema y después la información. Y esto no tiene nada que ver con las funciones sintácticas. Sintácticamente, las oraciones "Juan vino" y "Vino Juan" son iguales, pero si se dice "Juan vino", se está hablando de Juan e informando qué hizo, y si se dice "Vino Juan", se está hablando de la venida de alguien e informando quién vino. En "Tomando un fernet, manejo por la autopista", se está informando qué hago mientras me ayudo con un fernet. En cambio, si digo "Manejo por la autopista tomando un fernet", informo cómo manejo por la autopista.

Por Lucila Castro de LA NACIÓN
Publicado el 31 de diciembre de 2007

¿Carie o caries?

Del latín caries, sin ponerle ni quitarle ninguna letra, hemos heredado esta voz, antecesora de los dentistas, que rige para el plural y el singular. Pero no carie, que por menos letras que tenga no dejará de ser más molesta.
En consecuencia, ya se trate de una caries o de varias, no debe perder la "s" final.

De: Secretos y sorpresas del idioma, Luis Canossa.